Divina comedia

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Dante Alighieri Divina Comedia INFIERNO CANTO A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado. Swipe view nent page 2 3 iCuán dura cosa es d esta salvaje selva, ás que me vuelve el te 6 410 Es tan amarga casi cual la muerte; mas por tratar del bien que allí encontré, de otras cosas diré que me ocurrieron. 9 Yo no sé repetir cómo entré en ella pues tan dormido me hallaba en el punto que abandoné la senda verdadera. 2 Mas cuando hube Ilegado al pie de un monte, mas de tal modo me cortaba el paso, que muchas veces quise dar la vuelta. 36 Entonces comenzaba un nuevo dia, y el sol se alzaba al par que las estrellas que junto a él el gran amor divino 39 sus bellezas movió por vez primera; así es que no auguraba nada malo de aquella fiera de la piel manchada 40 42 la hora del día y la dulce estación; mas no tal que terror no produjese la imagen de un león que luego vi. 45 Me pareció que contra mi venía, con la cabeza erguida y hambre fera, y hasta temerle parecia el aire. 8 Y una loba que todo el apetito parecía cargar en su flaqueza, que ha h echo vivir a muchas en desgracia. DF 410 69 Nací sub julio César, aunque tarde, viví en Roma bajo el buen Augusto: tiempos de falsos dioses mentirosos. 70 Poeta fui, y canté de aquel Justo hijo de Anquises que vino de Troya, cuando Ilión la soberbia fue abrasada. 73 72 75 ¿Por qué retornas a tan grande pena, y no subes al monte deleitoso que es principio y razón de toda dicha? » 78 « ¿Eres Virgilio, pues, y aquella fuente de quien mana tal rio de elocuencia? respondí yo con frente avergonzada-. 81 0h luz y honor de todos los poetas, válgame el gran amor y el gran trabajo que me han hecho estudiar tu gran volumen. 84 3 DF 410 virtud, amor, sabiduría, su cuna estará entre Fieltro y Fieltro. 105 Ha de salvar a aquella humilde Italia por quien murió Camila, la doncella, Turno, Euríalo y Niso con heridas. 108 Éste la arrojará de pueblo en pueblo, hasta que dé con ella en el abismo, del que la hizo Salir el Envidioso. 11 por lo que, por tu bien, pienso y decido que vengas tras de mi, y seré tu guía, y he de Ilevarte por lugar eterno, 114 donde oirás el aullar desesperado, verás, dolientes, las antiguas sombras, gritando todas la segunda muerte; 117 y podrás ver a aquellas que contenta el fuego, pues confían en Ilegar bienaventuras cualquier dia; 120 V si ascender deseas iunt 410 la tierra quitaba sus fatigas; y yo Sólo me disponía a sostener la guerra, contra el camino y contra el sufrimiento que sin errar evocará mi mente. iOh musas! 10h alto ingenio, sostenedme! Memoria que escribiste lo que vi, aquí se advertirá tu gran nobleza!

Yo comencé: «Poeta que me guias, mira si mi virtud es suficiente antes de comenzar tan ardua empresa. Tú nos contaste que el padre de Silvio, sin estar aún corrupto, al inmortal reino Ilegó, y lo hizo en cuerpo y alma. 13 15 Pero si el adversario del pecado e hizo el fav pensando el gran efecto que de aquello saldría, el qué y el cuál, 18 S DF 410 quiere lo que quiso cambiando el parecer por atro nuevo, y deja a un lado aquello que ha empezado, asf hice yo en aquella cuesta oscura: porque, al pensarlo, abandoné la empresa que tan aprisa había comenzado. ?Si he comprendido bien lo que me has dicho -respondió del magnánimo la sombra la cobard[a te ha atacado el alma; la cual estorba al hombre muchas veces, y de empresas honradas le desvia, cual reses que ven cosas en la sombra. A fin de que te libres de este miedo, e dirá por qué vine y qué entendí desde el punto en que lástima te tuve. 51 Me hallaba entre las almas suspendidas y me Ilamó una dama santa y bella, de forma que a sus Ordenes me puse. 52 mueve, amor me ‘leva a hablarte. Cuando vuelva a presencia de ml Dueño le hablaré bien de ti frecuentemente. Entonces se calló y yo le repuse: “0h dama de virtud por quien supera tan Sólo el hombre cuanto se contiene con bajo el cielo de esfera más pequena, de tal modo me agrada Io que mandas, que obedecer, si fuera ya, es ya tarde; no tienes más que abrirme tu deseo. Mas dime la razón que no te impide descender aquí abajo y a este centro, desde el lugar al que volver ansias. ” ” Lo que quieres saber tan por entero, te diré brevemente —me repuso por qué razón no temo haber ba’ado. DF 410 ¿Es que no escuchas su Ilanto doliente? ?no ves la muerte que ahora le amenaza en el torrente al que el mar no supera? ” No hubo en el mundo nadie tan ligero, buscando el bien o huyendo del peligro, como yo al estuchar esas palabras. “Acá bajé desde mi dulce escaño, confiando en tu discurso virtuoso que te honra a ti y aquellos que lo oyeron. ” Después de que dijera estas palabras volvió Ilorando los lucientes ojos, haciéndome venir aún más aprisa; y vine a ti como ella lo quería; te aparté de delante de Ia fiera, que alcanzar te Impedía el monte bello. ?Qué pasa pues? , ¿por qué, por qué vacilas? ¿por qué tal cobardia hay en tu pecho? ¿por qué no tienes audacia ni arro’o? 8 410 mi guia, mi jefe, y ml maestro. » Asi le dije, y luego que echó a andar, entré por el camino arduo y silvestre. CANTO III POR Mí SE VA HASTA LA CIUDAD DOLIENTE, POR Ml SE VAAL ETERNO SUFRIMIENTO, POR Mi SE VAA LA GENTE CONDENADA. LA JUSTICIA MOVIO A MI ALTO ARQUITECTO. HíZOME LA DIVINA POTESTAD, EL SABER SUMO Y EL AMOR PRIMERO. ANTES DE Ml NO FUE COSA CREADA SINO LO ETERNO Y DURO ETERNAMENTE.

DEJAD, LOS QUE AQUI ENTRAIS, TODA ESPERANZA. 9 Estas palabras de color oscuro vi escritas en lo alto de una puerta; y yo: «Maestro, es grave su sentido. » Y, cual persona cauta, él me repuso: «Debes aqui dejar todo recelo; debes dar muerte aquí a tu cobardia. Hemos Ilegado al sitio que te he dicho en que verás las gentes d g DF 410 dolor abate? ” 33 Y él me repuso: «Esta misera suerte tienen las tristes almas de esas gentes ue vivieron sin gloria y sin infamia.

Están mezcladas con el coro infame de ángeles que no se rebelaron, no por lealtad a Dios, Sino a ellos mismos. Los echa el cielo, porque menos bello no sea, y el infierno los rechaza, pues podrían dar gloria a los caídos. ” Y yo: «Maestro, ¿qué les pesa tanto y provoca lamentos tan amargos? ” Respondió: «Brevemente he de decirlo. No tienen éstos de muerte esperanza, y su vida obcecada es tan rastrera, que envidiosos están de cualquier suerte. Ya no tiene memoria el mundo de ellos, compasión V justicia les d 0 10

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